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Hola queridos lectores, Mi nombre es Laura, vivo en Barcelona y me alegro mucho de que estén aquí, dedicando una porción de su tiempo libre a este espacio que intentaré llenar con información útil para todos en el día a día. El objetivo principal de este sitio, es plasmar reflexiones sobre temas variados, que estoy segura son de interés general. Espero que lo disfruten tanto como yo, y saquen provecho de todas ellas. En otro orden de cosas, puedo decir que adoro a los animales y mi gran pasión son los perros. Se aprende mucho con ellos, y claro está, tendremos su sección en nuestro espacio.

01 agosto, 2011

4.-El Doctor Ibáñez

Con solo treinta y dos años el doctor Andrés Ibáñez se había convertido en un profesional de éxito en el campo de la medicina. Su pasión por las ciencias lo había cautivado desde niño y nunca descartó la idea de especializarse en alguna de sus ramas. No tuvo claro por cual se decantaría hasta que estuvo en el tercer año de la carrera. Durante ese curso y en los dos años posteriores, ocurrieron muchas cosas en su vida personal que le dieron las respuestas a su futuro.
Ibáñez tenía una hermana menor, Nati. Era un encanto de joven y ya estaba comprometida. Cuando ella y Andy, como cariñosamente llamaba a su hermano, se quedaban solos intercambiaban confidencias. Una de las grandes pasiones de su adorada hermana eran los niños y siempre le decía a Ibáñez:
-Cuando me case, tendré cinco hijos.
Ibáñez por supuesto se reía y entre grandes carcajadas, le contestaba:
-¿Pero qué pretendes, formar una familia o instalar una ratonera en tu casa?
Claro que estas conversaciones terminaban siempre con una guerra de almohadas, pero al final ambos se abrazaban con cariño y el hermano mayor acariciando su hermosa cabellera le decía:
-Hermanita, eres merecedora de tener todos los niños que quieras y seguro lo lograrás, además tu novio también le hace ilusión formar una gran familia. ¡Seré un tío muy afortunado!
Llegó el esperado día y Nati celebró su boda.
Se fue a vivir con su esposo pero el destino no quiso que quedara embarazada. Pasaron dos largos años y al final decidieron visitar a un especialista en reproducción, pero cada vez que lograban inseminar a Nati, se malograba la criatura. Desgraciadamente la joven hermana de Ibáñez era extremadamente apasionada y su salud mental comenzó a resquebrajarse, al punto que un aciago día se quitó la vida.
La lucha de Nati por quedar embarazada y el trágico desenlace, despertó en el futuro galeno las ganas de ayudar a mujeres que por cualquier motivo quisieran ser inseminadas. Y así, después de terminar la carrera, se hizo especialista en reproducción in vitro.
Su éxito en este campo fue rotundo y no tuvo nunca una paciente con resultados negativos. Todo lo anterior y la gran pasión que dominaba a Andy por desempeñar con esmero su trabajo, obraron a su favor, haciéndolo famoso.
La primera vez que Roxi escuchó hablar del Dr. Ibáñez, creyó que su fama era un poco exagerada y no ponía en duda sus conocimientos, sin embargo, pensó que a lo mejor descendía de una buena familia y estos supieron promocionarlo desde sus inicios; no obstante decidió que tal como se había planteado la vida, era él su mejor alternativa.
Lo imaginaba un hombre arrogante, poco delicado, altanero y con cuello y corbata hasta para dormir. Incluso llegó a figurarse que cuando a llegara a la Clínica la recibiría una de sus secretarias, vestida de enfermera con mini falda y zapatos altos.
Estos eran los pensamientos que rondaban la cabeza de Roxi cuando conducía de camino a la Consulta.
Al llegar dejó su coche aparcado lo más cerca de la salida que le fue posible. Temía decepcionarse con el galeno, o con la Clínica en general y al final tener que salir disparada por alguna escena desagradable.
La amplia puerta de cristal la invitó a pasar, abriéndose por sí sola, cuando apenas había puesto un pie en la acera.
Hubiera querido salir corriendo, pero no iba con su carácter, se enderezó y avanzó con su habitual gracia hasta lo que ella supuso era la recepción, pero el gran salón estaba en solitario.
-“¿Nadie?”- pensó.
Suspiró profundo y cuando tomaba aire para con un cordial ¡Hola!, avisar a quien le correspondiera, que ella estaba allí… Salió por una de las puertas laterales, un joven apuesto, de metro ochenta de estatura aproximadamente, delgado, pero bien formado y de grandes ojos verdes, que resaltaban armoniosamente con la larga bata blanca hasta la rodilla, y extendiendo una mano hacia ella, le dijo:
-¡Bienvenida!, te estábamos esperando
En ese instante, Roxi se quedó paralizada, no sabía que decir y mirando fijamente al joven, extendió su mano como por inercia. Y entonces pensó:
-"Bueno, ¡pues a lo mejor no le gustan las mujeres!"- Retomó su acostumbrada confianza en sí misma y le dijo sonriendo:
- Tengo una visita con el Dr. Ibáñez… - y agregó - ¿Crees que tardará mucho?
El joven la miró confundido y sonriendo le dijo:
- No tardará ni un segundo…, porque lo tienes aquí - Y se inclinó hacia delante simulando una reverencia.
Roxi se quedó boquiabierta, sentía como si le hubieran tirado encima un chorro de agua fría. Aquel joven no parecía ni remotamente arrogante.
- "¡Qué vergüenza!" - pensó.
Ahora sí quería salir corriendo de allí
Una palmada que hizo chasquear el Dr. Ibáñez delante de su cara, la sacó del estupor.
- Ha sido culpa mía - dijo el doctor, y agregó - No tuve el detalle de presentarme. Pero volveremos a empezar. No te muevas de aquí -
Y sin insistir para nada, la dejó parada en el lugar, dio media vuelta y se fue hacia la puerta por donde había salido…, entró y en menos de un minuto volvió a salir. Se dirigió a Roxi y le dijo:
- ¡Buenas tardes señorita!, soy el Dr. Ibáñez, sea bienvenida a nuestra Clínica, la estábamos esperando.
Roxi no pudo evitarlo y empezó a sonreír:
- ¿Es así con todas sus pacientes? - le preguntó.
A lo que Dr. Ibáñez respondió abochornado:
- ¡Nooo! Es que hoy tengo el día un poco loco. - y explicó con tono convincente - La hija de la recepcionista enfermó y la llamaron urgente del colegio, se fue desesperada y se olvidó de cancelar la cita con usted y mi secretaria que podía suplirla, está de vacaciones - Concluyó.
Roxi comprensiva le dijo:
- Puedo venir otro día. Para mí no es un problema -
-De ninguna manera - le dijo con galantería el Dr. Ibáñez - Una joven tan hermosa como usted merece ser atendida -
Y sin más rodeos, la invitó a pasar a su Consulta.
Así fue como Roxi conoció al Dr. Ibáñez, que un año después la inseminó para que diera a luz a su única verdad.
De más está decir que se hicieron grandes amigos, pero el sentimiento que irradiaba del corazón de Andy, no tenía nada que ver con la amistad sincera que le demostraba su paciente.
Sin embargo, la ética profesional y el sentido común le permitieron estar al margen y nunca delató ante el mundo su pasión.

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