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Hola queridos lectores, Mi nombre es Laura, vivo en Barcelona y me alegro mucho de que estén aquí, dedicando una porción de su tiempo libre a este espacio que intentaré llenar con información útil para todos en el día a día. El objetivo principal de este sitio, es plasmar reflexiones sobre temas variados, que estoy segura son de interés general. Espero que lo disfruten tanto como yo, y saquen provecho de todas ellas. En otro orden de cosas, puedo decir que adoro a los animales y mi gran pasión son los perros. Se aprende mucho con ellos, y claro está, tendremos su sección en nuestro espacio.

07 agosto, 2011

5.-Visitando a los abuelos

Tres días después de haber dado a luz al pequeño Alex, Roxi salía del hospital, dichosa y decidida, a transitar por la vida con su única verdad. Su trabajo de diseñadora le permitiría tener flexibilidad en sus horarios y su hijo gozaría de la atención permanente de su madre. No podía quejarse, de momento, sus planes iban muy bien. Tenía una casa diseñada a su gusto, buena posición económica, un hijo adorable y era madre soltera.
-¿Qué más le podía pedir a la vida?
Pero el tiempo pasó y cuando Alex cumplió dos años, Roxi intuyó que debía tener más relación con otros niños y pensó bien.
Antes de dar el paso decidió hacer una visita formal a sus padres, últimamente solo se veían en la calle, coordinando citas en algún parque o restaurante, o cuando Rebecca se acercaba por sorpresa al hogar de Roxi, con la lógica excusa de ver a su nieto.
El timbre en la casa de Rebecca, hizo saltar a Darío del sofá, que en un santiamén se puso en la puerta. Agachado con los brazos abiertos, esperó a que el travieso Alex se lanzara a su abrigo como siempre.
- ¡Hola! - dijo alzando por los aires al pequeño.
Y dando un beso en su rosada mejilla, preguntó cariñosamente:
-¿Cómo está hoy mi pequeño diablillo?
Alex rió a carcajadas y se dejó manipular por el abuelo, sus pequeños bracitos se extendieron hacía él en un gesto gracioso, rodeando su cuello y al mismo tiempo dijo:
- ¡Te "quielo" abuelito!
Con sana envidia, Rebecca se acercó y sin titubear preguntó:
-¿Y quién me quiere a mí?
-¡Yooooo! - gritó Alex con alegría y se abalanzó a los brazos de su abuela.
Rebecca simuló una carrera con Alex en los brazos y Darío, siguiendo el juego, la persiguió por el recibidor y en solo tres largos pasos llegó hasta ellos, los abrazó a ambos y con mimos juguetones dijo:
-¡Los atrapé!
Ante aquella escena tan usual, Roxi se quedó parada en la puerta sonriendo. Ni siquiera la habían mirado, estaban tan absortos con su nieto que la habían ignorado por completo.
Intentó llamar la atención con un fingido:
-¡Holaaa! ¡Estoy aquí! - y cerrando la puerta tras de sí, irrumpió en el salón.
Rebecca y Darío, sonriendo se acercaron a ella y ambos la abrazaron con ternura.
-¿Cómo estás? - dijo Darío
-¿Y qué te trae por aquí? - añadió Rebecca
-¡Sí!- afirmó Darío, y continuó - Porque tus visitas cada vez son más distantes.
Roxi, bajó la cabeza avergonzada, esbozo una leve sonrisa y comentó:
-¿No estarán enfadados conmigo? - y se justificó - Entre el niño y el trabajo, el tiempo no me alcanza.
-¡Eso es porque tú quieres! - dijo en tono recriminatorio Rebecca.
Y añadió con suavidad -Mientras trabajas, Alex podría estar con nosotros.
-En eso tiene razón - La apoyó Darío mirando a su hija.
Roxi, dio media vuelta y evadiendo la conversación dijo:
-Traigo cosas en el bolso que se pueden estropear, ¿me ayudas mamita? - y con aquella mirada de niña inocente que aún conservaba, miró a su madre.
Rebecca no se hizo rogar, conocía a su hija y sabía que no quería hablar del tema. Con diligencia y en silencio, la ayudó a sacar del bolso todo aquello que debía guardar en la nevera. Por su parte, Darío con su nieto de la mano se dirigió al jardín, donde habían guardado un regalo especial al pequeñín.
La animada conversación entre madre e hija se vio interrumpida por el entusiasmo desbordado del pequeño Alex, que traía en sus brazos con gran esfuerzo, un cachorrito de Golden Retriever.
-¡Mami, mami! Mira, un "pelito"- y añadió - ¡Me lo "legaló" mi abuelo!
Roxi no pudo dejar de expresar su admiración por el cachorro, era precioso. Se sentó en el piso con Alex y lo empezó a acariciar. Miró a sus padres en señal de agradecimiento y dijo con picardía:
-A ver si Alex de una vez aprende a pronunciar la "r" - y al momento comenzó a decir-¡Perrito, perrito, perrito!
Todos sonreían y Alex contagiado con el entusiasmo, coreaba a su madre dando saltos de alegría.
El día transcurrió feliz y cuando el pequeño, después de comer se quedó rendido en los brazos de su abuela, Darío con cuidado lo llevó a la habitación.
Después de dejar a Alex, se dirigió al jardín donde lo esperaban Rebecca y Roxi para iniciar una animada charla sobre el crío. Todos reían recordando las ocurrencias de Alex y se les veía feliz. Roxi aprovechó lo oportuno del momento, para hablar sobre el tema que la había impulsado a visitarlos y llamando la atención de los dos al mismo tiempo, dijo:
-Mamá, papá, quiero comentarles algo.
Darío y Rebecca hicieron silencio, temían al tono solemne de Roxi. La última vez que habló de esa manera, decidió ser madre soltera y lo consiguió. No pudieron evitar que sus rostros reflejaran una sombra de inquietud, y Roxi se percato de ello y restándole importancia al asunto dijo:
-¡Eh! Que aun no he dicho nada.
Sus padres ni pestañearon, continuaron atentos a la espera de lo que Roxi quería anunciar.
Roxi se dio por vencida y dijo:
- ¡Vale! Enseguida les explico de qué va todo esto - y continuó
- He pensado que aunque yo adoro a Alex y quiero estar siempre junto a él, estoy siendo muy egoísta. Siento que necesita relacionarse con otros niños - hizo una pausa, inspiró profundo y siguió - Ya sé que a menudo lo llevo al parque y allí juega con los demás, pero siempre estoy yo vigilante de todo y el necesita independencia. Por eso he decidido llevarlo a una guardería-
Lanzó su discurso sin ser interrumpida, sus padres seguían atentos, enmudecidos. Esperaban algo más. Pero no hubo más nada, ambos se percataron de ello, respiraron tranquilizados y casi al unísono dijeron:
-Nos parece muy bien - Y se miraron entre sí, aprobando la determinación de Roxi.
La joven madre quedó sorprendida ante la actitud positiva que sus padres, creía que le pondrían alguna pega, que se negarían o que por lo menos protestarían reclamando el derecho de cuidarlo, pero no fue así.
Esta vez fue Rebecca quien le dijo:
- Hija mía, ya eres toda una mujer y aunque nosotros como padres podemos aconsejarte, entendemos que eres libre de determinar lo que debes hacer para llevar a cabo la educación de tu hijo. - Y agregó - En su día, nosotros también tomamos decisiones, quizás algunas equivocadas, pero no nos arrepentimos. Siempre que necesites ayuda, aquí estaremos para brindártela y si algún día pensamos que estás equivocada, te lo haremos saber. Pero nunca impondremos nuestros criterios, porque ya tienes edad suficiente para hacer valer los tuyos propios.
Roxi no salía de su asombro y en ese preciso instante pensó que su falta de experiencia, la había impulsado a tomar un desacertado camino por la vida.

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